Así las tradicionales promesas del faisán, las de año nuevo, caducan el 9 de enero, aunque hace dos días me encontré con un caso que contradice este principio ya que me dijo que había dejado de fumar el primero de año y acto seguido para celebrar tal éxito me pidió un cigarrillo y al rato para confirmar su victoria me pidió otro. Razonaba que su capacidad de fumar cuando le da la gana y no por un hábito que da por superado es la verdadera demostración de su firmeza de propósito.
No pude saber si su primera experiencia triunfadora había sido el día 9 de enero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario