La leyenda del amigo de los amigos del diablo
Ya en el tercer vermut con sifón, en la terraza del Kiosko Alaska, con vistas al Gran Hotel y al Teatro Principal, un buen señor comienza a relatar.
Me contaron la historia de un hombre, historia que espero que sólo leyenda urbana sea y que sí verdad es no se sepa.
El tal hombre había decidido dejar de vivir, aunque, por lo visto, por su incapacidad de tomar decisiones, esperaba que tal cosa por si sola llegara.
A tal fin, y para ayudar a su propósito, arrancó a llevar la vida de la manera más antisaludable que posible creía.
Con avidez seguía en la tele y en revistas los consejos sobre dietas y vida saludable para hacer todo lo contrario.
Ejemplar se entendería su comportamiento en los supermercados estudiando los ingredientes de los productos, aunque nadie podría imaginar la realidad de su búsqueda.
Por hereje, de haberlo sabido, se le hubiese tomado, aunque tal no era, ya de la Verdad no dudaba. Lo maldito deliberadamente escogía como medio para su fin. Se había pasado al lado oscuro.
Su cesta de la compra la componían únicamente amigos del diablo: alimentos procesados, latas, sopas de sobre; grasas animales, saturadas, hidrogenadas, trans; aceite de palma, glutamato, bollería, bolsas de snacks ...
Abusaba de la sal y del azúcar y abominaba de todo lo fresco. Fresco sólo compraba cabezas de gambas para hacer caldo y también para chuparlas ávidamente a fin de no desperdiciar ningún mal.
Compraba los productos más baratos, ya por su estilo de vida pero sobre todo porque los consideraba peores y por tanto más dañinos. Un gran desengaño se llevó cuando una barra de turrón de coco que le costó 80 céntimos, con letras grandes, anunciaba que era "calidad suprema".
Utlizada solamente agua para toda limpieza para evitar que los productos, como prometían, matasen a gérmenes.
Empezó a tomar baños de sol de ano enseguida supo que eran perjudiciales.
Decidió gastar lo mínimo y trabajar lo estrictamente necesario para vivir, y así dos pájaros de un tiro mató mudándose a un garaje: pagaba una miseria y respiraba los tubos de escape.
Por no gastar no fumaba aunque siempre procuraba acercarse a fumadores para aspirar su humo lo más posible. ¡Vaya pasivazo!
Cuando tal régimen de vida comenzó, sus familiares, conocidos y vecinos coincidieron en que de una excentricidad se trataba o bien en que se le iba la olla. No faltaron las personas piadosas que constantemente le reconvenían y le advertían de las fatales consecuencias para su salud.
Fueron precisamente estas almas pías las que primero se escandalizaron de que pasando los años no sólo nada le ocurriese, no fuera merecidamente castigado, sino que incluso parecía que el tiempo no pasaba para él. Debe tener un pacto con el diablo, se decían con convencimiento.
Un conocido presentó está teoría: como casi no trabaja y no tiene un duro poco come y no engorda; está libre de excesos, miedos, angustias y ansiedades; no toma medicamentos, y ya que todo le resbala tampoco tiene enfrentamientos, cuelgues, culpabilidades, preocupaciones ni dramas. Nada lo turba, nada le espanta. Quizás ahí esté el secreto.
Todo clase de improperios e insultos fueron la respuesta que recibió. El escándalo se extendió. Fue borrado de grupos. Amigos le dejaron de hablar o le evitaban. El infortunado sufrió severamente el síndrome de Salomón, por lo que precisó tratamiento psicológico y también tomar Orfidal. Semanas pasó retractándose de la que era considerada anatemática conjetura. Una extraña secuela le quedó, incluso años más tarde, sus más cercanos le oían repetir "pero se mueve".
Según fueron pasando los años más conocido era el personaje y también fue ganando cuerpo la creencia de que su genética era la responsable de su singular fenómeno; se le tomaba por extraño ejemplar, un raro mirlo blanco. Resultaba cómodo y conveniente, explicaba el caso como único, lo que confirmaba la general prevalencia de la Verdad establecida.
Partiendo de la explicación genética, un joven investigador buscó hacerse amigo del personaje a fin de que se dejase estudiar para poder descubrir su secreto y a partir de ahí desarrollar tratamientos o terapias que permitiesen a toda la población beneficiarse de tal genética. Gimnasios, medicina y medicamentos prácticamente desaparecerían. Se podría comer cualquier cosa, sin engordar y sin sufrir efectos negativos. El cuidarse pasaría a la historia.
A los pocos años transcurridos el investigador iba cogiendo renombre según anunciaba positivos y prometedores avances en sus trabajos, que como es lógico provocaban todo tipo de opiniones, comentarios, controversias y esperanzas. Así fue hasta que sin que nadie supiese el porqué se dejó de saber del investigador y el asunto rápidamente pasó al olvido.
Al tiempo que se desarrollaban los mentados hechos, un nutrido grupo de personalidades prestigiosas se dedicó a rebatir la idea de la genética. La argumentación fue la siguiente "locura es pensar que la mala vida, no cuidarse, una desastrosa alimentación, fumar, no hacer ejercicio, la vida no saludable en una palabra, puedan ser premiados por genética alguna. A partir de esta realidad sólo una explicación lógica hay: el conocido personaje ha abrazado a los amigos del diablo, y es el diablo quien le protege y le otorga su excelente salud a fin de confundir y hacer dudar a las personas que son como deben ser y se cuidan como se deben cuidar".
Santapau, el único personaje de esta historia del que ha trascendido el nombre, sacó su propia conclusión "Mucha tontería, pretenciosidad, mentiras, exageraciones, moralina, y pasarse de rosca hay con esto de la vida saludable. Llevo años engordando a mi pareja con el fin de restarle atractivo "antes gorda que robado, me dije" y no está nada mal de salud. No es cierto que nuestro personaje quisiera morir, no supo conceptualizar y enfocar mejor su naturaleza y optó por una extravagancia, por lo demás muy entretenida, y que todo hay decirlo, lo hacía parecer de lo más normal frente al no informado; en el supermercado, leyendo etiquetas, quedaba deo más moderno, de lo mejor. En realidad él, su espíritu digamos, es como el del guerrero indio que cada día se repetía "hoy es un buen día para morir", de ahí su fuerza sin prepotencia y su salud. Si queremos pensar que su cualidad ajena a si mismo era, a falta de mejor explicación, podemos decir que fue tocado por el dios Marte.
Poemas con Sifón en http://bit.ly/antroom
Edición en papel de la serie de 3 libros. m'AMA Glorioso en Santa Catalina ~ Gomila Viva 2034 ~ Figapacola en Apuntadores
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