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Sin cigarrillo y tomando un agua de panela en La Gran Fonda, Bicocca recuerda un anuncio que ha visto en televisión y que viene a rezar "Un mundo más saludable es posible. Somos activistas de la salud". La salvación ya no es el cielo, suspira.
Le viene a la memoria un encuentro con Ton.nelis unos días atrás, en el mismo local, mientras este se zampada con fruición una generosa ración de picapollo. Ton.nelis, que ni fuma ni bebe, es víctima de su lema, de su verdad "si no es para comer y para follar para qué vives"; este certeza le ha llevado a caber en la silla a duras penas.
Vivir con certezas es para una gran mayoría la mejor opción; ofrecen soportes, motivaciones y departamentos impermeables en el cerebro. Una vez adoptadas, las certezas actúan cual vendas sobre el entendimiento y se defienden de lo que las contradiga, evitando así las turbulencias de la inseguridad que provoca la duda y la incerteza y, sobretodo, bloquea ulteriores pensamientos que podrían llevar a aguas turbadoras. Las certezas se construyen sobre deseos y pulsiones, con lo que se quiere alcanzar y con lo que se quiere evitar y sobre todo con la ignorancia, ya que dan por cierto lo que ignoran aunque se deben convencer de que se trata de la verdad, aunque la tal se tratará de lo más convencional, del discurso dominante, de lo más simple y hasta del absurdo. La Verdad es lo que las certezas pretenden venerar y tener y ello llevará al "certiano" a enfrentarse con el errado, con quien no comparte la certeza. El "certiano" es pronto a la ira y a la confrontación y vivirá la frustración cada vez que la realidad contradiga sus fantasías; la necesidad constante de sellar las grietas que las incongruencias inevitablemente le presentarán y la ansiedad ante lo por venir le llevará a vivir en el desasosiego.
Quien por naturaleza o conquista vive en armonía con la incerteza, acaricia la sabiduría ya que placer encuentra al constatar su ignorancia. A su entendimiento le guía el descernir que tiene o no sentido o evidencia. A todo pone un signo de interrogación y sus conclusiones son siempre provisionales, por lo que no conocerá el desengaño. Ninguna "verdad" tiene que defender y por tanto ningún enfrentamiento propiciará, aunque ello, y quizás por ello, le hará objeto de la inquina del "certianismo". Gracias a abrazar la duda, el "dudiano" conoce el sosiego y evita la inquietud ya que nada podrá sorprenderle. El "dudiano" vive con un futuro garantizado.
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