Yo Blediano

sábado, 16 de junio de 2018

Tontería premiada

Tontería premiada

Adoquín, Sandio y Zote acostumbran a terminar su juerga sabatina en Queen M a altas horas de la madrugada oyendo música y teniendo un diálogo inspirado por los efluvios de la velada, efluvios que especialmente inspiran a Zote.
Con frecuencia amigos y conocidos su unen a su after como es el caso de hoy.

Adoquín - Hace años, Trapos, persona considerada muy gafe por los demás y sobre todo por ella misma vivió una pesadilla con su seiscientos. Resultaba que le fallaban los frenos en momentos críticos y se iba dando golpes cada dos por tres; el caso más grave ocurrió bajando una montaña con una carretera llena de curvas, fallaron los frenos y se salvó de despeñarse gracias a que se pudo estrellar contra otro coche que subía.

Babieca - Estaría muy contento el conductor al que se le tiró encima.

Adoquín - Al revisar el seiscientos varios mecánicos no pudieron encontrar ningún fallo con los frenos aunque el problema persistía; añadir que el coche tenía continuamente pequeñas averías: se fundía una bombilla, se jodía una ventana, una rueda perdía aire... Visto que los técnicos no resolvían el caso llevó el coche a bendecir y los problemas así terminaron. ¿Qué idea sacáis de esto?.

Estolidez - No creo en esta tontería del agua bendita ni tampoco en que uno sea gafe como si estuviese poseído.

Zote - Yo si creo en el mundo sobrenatural y en poderes espirituales que nos afectan; puede que Trapos sufriese un castigo por algo malo que había hecho o también podría tratarse de un karma de una vida anterior.

Pazguata - ¡Tontaina! ¿Cómo puedes creer estas chorradas?.

Adoquín - Sin exaltarse. El caso es que por lo visto el agua bendita funcionó, Trapos no mentía, y de que era gafe no hay ninguna duda, conocí su vida en gran parte.

Sandio - Son innumerables, millones, los casos de fenómenos inexplicables narrados por testigos y bastantes los conocemos directamente o incluso nos han pasado a nosotros mismos; yo tengo mis propias experiencias al respecto. No podemos pensar que todo se trate de un fraude o de ilusiones; resulta más lógico dudar de que el conocimiento humano sea completo, vamos, que no lo sabemos todo; lanzar la imaginación a especular en lugar de ponerse una venda en los ojos expande la mente; la tontería está en inventar respuestas a lo desconocido y todavía mayor idiotez el convertirlas en creencias o creer a los "maestros" que las inventan. Creo es buen tema hablar de la tontería.

Babieca - En esto de la tontería pienso es bien verdad lo de que uno ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo.

Adoquín - Aplauso. Nos reímos y tenemos por especialmente tonto a quien se deja engañar mientras no vemos las tomaduras de pelo que nos creemos.

Zote - ¡Qué soberbia! Creéis saber más que los maestros espirituales iluminados.

Sandio - Mientras no demuestren lo contrario lo que dicen estos maestros son fantasías o disparates o frutos de travesuras de su imaginación y encima pretenden imponerlos como creencias indiscutibles para lograr sus fines supuestamente benignísimos; para tomar a los maestros en serio tendrían que empezar por aceptar las limitaciones tanto de su conocimiento como de su entendimiento y reconocer, al igual como hacen los sabios, que morirán siendo idiotas.

Estolidez - Vivimos con un mar interior de estupidez y rodeados por un océano de tonterías y tomaduras de pelo.

Pazguata - Pero toda tontería puede ser desenmascarada y superada y esto está al alcance de cualquiera; no se trata de una cuestión de inteligencia; muy inteligentes caen en idioteces.

Babieca - En último término la idiotez es invencible debido a nuestras limitaciones y que la convierten en la cualidad humana por excelencia; los animales, debido a sus propias limitaciones, no pueden ser idiotas.

Adoquín - Conozco el caso de un hombre al que consideraba inteligente y que se ahorró un dinero para cuando se jubilase. Me lo encuentré un día, ya jubilado, y me cuenta destrozado que un sobrino, al que más quería y en el que más confiaba, le había estafado sus ahorros, no me dió detalles de lo ocurrido pero si me dijo que tenía una gran depresión, más motivada por el engaño que por el dinero. No podía aceptar la traición de su sobrino. No volví a verlo durante un par de años y después reapareció y me lo encontraba continuamente; no me reconocía e iba haciendo cosas raras como que se le parase delante un autobús al que se subía sin saber adonde iba; evidentemente se le había ido la olla. ¿Creéis que fue víctima de su propia tontería al confiar tanto en su sobrino?.

Zote - De tonto nada, era una persona de buen corazón que por ayudar y confiar plenamente en un sobrino sin escrúpulos resulto estafado. Aquí hay un único culpable: el cabrón del sobrino.

Estolidez - No nos interesa estudiar ni las circunstancias ni la malignidad del sobrino. Este hombre cometió la tontería de cerrar los ojos y no ponerse ninguna precaución, con el agravante de no tratarse de un inexperto ni de una persona corta de luces. Que sientas gran afecto por alguien no tiene por que volverte idiota.

Babieca - Conozco también el caso de uno, que también a esa edad, se le fue la cabeza. Durante toda su vida había tenido ideas políticas radicales, lo que le costó no pocas discusiones e incluso dejarse de hablar con amigos. En una ocasión empezó a largarme una perorata y ante mi tibieza me soltó "yo tengo convicciones" dándome a entender que yo no las tenía. Como no me interesaba ponerme a discutir como pude cambié de tema. Con el tiempo al darse cuenta de que yo no iba a tirar leña al fuego dejó de hablarme del tema.
Acabó desengañándose de la política y fue para él como perder el norte, esto unido a otras cosas lo llevaron a una depresión y a hacer majaderías y a no regir bien.

Pazguata - Ay la ira, creo que es una emoción que para nada nos sirve; al igual que la inquina, no ofrecen ningún beneficio, sólo perjuicio emocional al que las experimenta.

Adoquín - Para quienes no saben manejar mejores opciones estas emociones son como sumideros por donde drenar las tensiones, las frustraciones, el aburrimiento, la heridas a la vanidad y los indeseables resultados de la imbecilidad.

Sandio - No nos desviemos. Los ejemplos de estos dos seres nos ilustran sobre el lado más oscuro, el más perjudicial de la tontería: que quiere ser premiada.
El acto inteligente toma en cuenta los riesgos y por tanto si algo sale mal está ya asumido y no causa mayores consecuencias; la tontería ignora el riesgo, solamente contempla el que todo pueda ir de maravilla y cuando no es así, lo que casi siempre ocurre, causa una debacle. Lo que más caro sale es el no querer pagar las facturas de los errores.

Adoquín - Se de una señora que perdió la fe religiosa al coger una enfermedad grave. No podía entender como a otros de vida, según ella, desordenada no les pasaba nada y a ella virtuosa sí. Lo interpretó como una traición.
Otro caso fue el de Alaronare; se enamoró perdidamente de un soldado; a todas luces la relación era imposible pero no quiso verlo; pilló una depresión que devino en vejez prematura y en dos años murió.

Estolidez - Esta señora, la de la fe, combatió una tontería con otra y probablemente se multiplicaron así su efectos adversos. Lo mismo hacen los rollos de superación y auto ayuda: combatir tonterías con otras tonterías. Por ejemplo, eso de que con voluntad y actitud puedes conseguir lo que quieras. ¿Qué pasa si veinte personas aplican estos principios para llegar a ser directores de la empresa en que trabajan? Pues puede que uno lo logre y diecinueve se frustren.

Sandio - Asumir que las cosas pueden no salir bien es la vacuna contra la peor catástrofe que nos pueden traer las idioteces. La tontería raramente es premiada.

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