Las motivaciones de escribir son múltiples y distintas. Hay quien escribe para alabar, denigrar, adoctrinar o propagar sus ideas, quien escribe porque le pagan, otros porque buscan dinero y fama e incluso una trascendencia.
Al que va dedicado este artículo es al que escribe por placer, lo mismo que quien hace ganchillo o puenting, y no busca un lugar ni en la fama ni en la posteridad. También lo hace como manera de estructurar el propio pensamiento ya que al plasmarlo por escrito sufre una depuración y su resultado puede compararse a una mierda que nutrirá a unos posibles consumidores.
De la mierda comen muchos seres pero el que hace una comilona busca exclusivamente su placer, no come con la intención de producir una defecación para alimentar a una fauna y flora.
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