Yo Blediano

viernes, 18 de septiembre de 2020

Torero & DinnerArt series de Especialidades Gastronómicas &...



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Sin cigarrillo y tomando un vino en la terraza de Wine Spot a Bicocca le viene a la memoria, sin venir a cuento, Gerriller, de significativa corpulencia y que vivía en continuas peleas ya que iba por el mundo, algo corriente, queriendo imponerse y en su caso, algo no tan corriente, recurriendo al matonismo, lo que finalmente le saldría muy, muy caro. Al respecto un día Lapablå me comentó "El matonismo es soberbia cateta y la valentía, algo bien visto y que generalmente se confunde con temeridad, es vanidad. El valor, serenidad, temple y ecuanimidad frente a lo adverso, el riesgo y el peligro y dominio del miedo, sí sería una cualidad a cultivar. Un ejemplo de valor que se me ocurre es del torero, que se enfrenta a un peligro cierto, con el plus de una soledad ya que no cuenta con el apoyo de nadie y encima debe intentar realizar una faena maestra".

La plaza de toros, una versión ultralight del Coliseo romano y que parece en vías de extinción, ofrece muchas metáforas, piensa Bicocca. Los asistentes a la corrida viven y valoran la misma actuación de muchas maneras distintas. Un ojo experto podrá observar fallos para otros imperceptibles y sus críticas no implican que él pudiera hacerlo mejor. El público espera disfrutar de un buen espectáculo sin que nada le suceda al torero; grandes dramas se han montado con la muerte de toreros, pero medidas efectivas que lo protegieran no serían admitidas. Una paradoja. El riesgo del torero, su coqueteo con la muerte, resulta ser la esencia de la diversión, aunque el tal lo tiene que correr otro, el espectador desde detrás de la barrera quiere vivir el vértigo de mirar al precipicio con la seguridad de no caer en él. Todos un día ya no saldremos de nuestra casa o bien no volveremos a entrar en ella aunque esta certeza es muy distinta del riesgo cierto y cercano del torero el día de corrida. ¿Cuántos de nosotros no perderíamos la compostura ante una situación en frío así? ¿Los que van de matones y quienes se creen valientes?. El torero además tiene que ser profesional en su labor. El público no espera que torero le ame, ni que sea un ángel del Bien, ni que le dispense sus mejores intenciones, ni que se desviva por él, aunque tontamente lo espera de muchos otros profesionales y bustos parlantes. No esperes ni exijas estas cualidades, por ejemplo , de la telefonista que te llama para ofrecerte una ganga, ni del del banco, ni... Competencia, aptitud y actitud debemos ofrecer con nuestros actos y lo mismo debemos comprobar que se nos brinda. Ah, la profesionalidad no está necesariamente reñida con el "dedismo" campante. En fin, sea con un espectáculo o con otro, con un entretenimiento u otro, no debemos perder la fe en que un mundo más divertido es posible.

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