Yo Blediano

viernes, 9 de octubre de 2015

Castigar con Beneficio


bye, bye

Hemos ya comprobado que nuestro presente visto desde el futuro, desde el año 6969, no es como nosotros lo vemos. Gracias a Toroldo nos enriquecemos con esta distinta visión. Toroldo nos habla hoy de nuestra manera de castigar y nos da unas pautas que nos ayudarán a su optimización.
Nos dice Toroldo que respondemos a las ofensas generalmente de forma desmesurada lo que conlleva a menudo a rectificaciones y reconciliaciones, un círculo vicioso que pasa factura y también con frecuencia el "castigo" que imponemos viene a ser un tiro en el pie, me ofendo con un bar y dejo de ir, está auto-condena posiblemente te perjudique más a ti mismo que al bar. Lo acertado nos dice Toroldo es aprender a responder a las ofensas de manera proporcionada y nunca actuar en contra de los propios intereses, evitando el círculo enfado-des-enfado-rectificación.

Continúa Toroldo, en el plano social un gran avance representó en el pasado retirar del perjudicado la potestad de juzgar y aplicar la pena dejando estas funciones en manos de una autoridad neutral que buscaba en la pena impuesta la posible reparación del daño y un efecto ejemplarizante disuasorio, no una venganza. Además en el caso de la pena de muerte o de prisión se quitaba de circulación al condenado, neutralizando así su supuesta peligrosidad y evitando su reincidencia.

En el siglo XXI haber estado en la cárcel no representa el escarnio que significaba décadas atrás, una mancha oprobiosa de por vida, todo lo contrario, se cuenta como una experiencia extraordinaria que hasta viste. La cárcel es un "centro penitenciario" en donde se cumple una penitencia redentora a través de la cual el penado hallará el arrepentimiento y conseguirá su rehabilitación social, amén. Un planteamiento de risa y carísimo.

Toroldo nos dice que como institución obsoleta y cara las cárceles desaparecerán y sólo quedarán centros de internamiento para los individuos peligrosos o compulsivos que no respondan a tratamiento, resumiendo, estarán encerrados quienes no puedan estar sueltos.
La privación de libertad como castigo se hará mediante cerca electrónica e incomunicación si procede y el condenado no podrá salir de un perímetro delimitado y siguiendo el principio de Castigar con Beneficio, comerá de su bolsillo y si no tiene medios, pues a la beneficencia.

En este punto se nos ocurre una idea que seguro ganará un premio: que a los presos ricos y sobre todo a los corruptos se les conceda vivir dentro de un perímetro que obligatoriamente sea un hotel de la categoría adecuada a su rango, pagándolo ellos por supuesto. Los beneficios son varios: se contribuirá a aumentar las ganancias de la industria hotelera que contará con "turismo de calidad", se logrará, al fin, la anhelada desestacionalización y la plebe podrá pasar fines de semana en los hoteles elevando su auto estima despreciando en directo a los corruptos a los que mirará sobre el hombro.
Los corruptos, como hicieron siempre, despreciarán a la plebe. Y todos felices!

No hay comentarios:

Publicar un comentario