Condesa, Plotina y Lic. Federico, al igual que un grupo al que llamaban las condesas en los años 70, van por la vida en plan gran clase, haciendo gala de ademanes distinguidos y se pirran por frecuentar locales de supuesta gran categoría y lucir productos de marca.
Buscan relacionarse con todo el que suponen importante y al que someten a conversaciones pretendidamente elevadas, la ópera figura entre las predilectas.
Pertenecen por un lado a este amplio espectro que liga hablando de política y por el otro al que podríamos llamar "gorring club", los que no se pierden un evento donde hay bebida y comida gratis.
Condesa deplora el gorring como una bajeza no a su altura y ostentosamente rechaza lo que se ofrece, elegante muestra de desprecio a su entorno que ella cree que la eleva.
Lic. Federico es un tragón y se justifica diciendo que justamente lo que se ofrece es su debilidad a la que no se sabe resistir. Este mismo argumento le sirve para gorrear donde se tercie ya que compromete a ser invitado.
Plotina por su parte se muestra muy recatada y digna en cuanto a comida pero no así con la bebida, aunque procura ser discreta con las recargas de copa.
Podemos completar su maravilloso perfil grupal señalando su debilidad por los photo calls y aparecer en fotos en los periódicos participando en eventos supuestamente glamurosos.
Los podríamos definir como tres fantasmas
Condesa es de un refinamiento de lo más exquisito y ampuloso.
Plotina dice ser una reencarnación de una gran dama del pasado pretérito, Sepia, y mira al mundo por encima del hombro. Se la suele rehuir porque cuando lleva la copa de más es insoportable y encima tiene el hábito de criticar en la cara. Completa el cuadro la radicalidad de sus opiniones que podemos situar en el reino de lo irracional.
Lic. Federico está licenciado en todas las licenciaturas habidas y por haber. Su vida intima es un secreto del que nadie sabe nada, lo que da lugar a toda clase de chismorreos. Hasta se ha dicho, sin ningún fundamento, que lleva ropa interior femenina.
Demeter es una persona de apariencia de lo más normal y corriente, lo que esconde su pasión por el juego, el sexo, la bebida, narigotadas y lo que venga. Es un adorador de la noche y frecuentador de afters.
De Tomma destacaremos su peluca, sus modelitos de los años 60 y su adicción al sexo que conlleva que su pareja luzca una de las más preciosas cornamentas de la isla, lo que no impide que le reciba amorosamente cuando regresa a casa haciendo eses.
Maestro Metias cultiva una apariencia y voz santurronas. Su medio de vida. Se dedica a coger y dejar bares con el pufo correspondiente. Su gran especialidad es encontrar socios a los que vende participaciones del bar del momento, cuyos precios sufren oscilaciones vertiginosas.
En una ocasión un "afortunado" socio acudió a su abogado que al ver la cantidad de socios que habían desfilado le preguntó jocosamente si allí había una urbanización.
Otra técnica consiste en traspasar un bar cobrando una parte, nunca el total, y el resto en cómodos plazos que nunca se llegan a pagar, con el cual el bar vuelve y se repite la operación. El precio del traspaso es de lo más versátil, adaptándose a las posibilidades del interesado que ha sido hábilmente sonsacado.
Memorable es el caso de una pareja que le traspasó un bar en estas ventajosas condiciones. El día de la inauguración cada uno observaba las miradas lujuriosas del otro, procede aclarar aquí que la clientela del bar resultaba en general muy apetecible. Al cerrar, presa ambos de un ataque de celos, se zurraron y al día siguiente le devolvieron las llaves.
Se dice que Maestro Metias tiene dos fetiches. Uno son los pies y el otro vestirse de marinerito con pantalón corto para hacer sexo, por lo demás muy escueto y limitado.
Terminamos estas pinceladas de nuestros protagonistas señalando que Tomma y el Maestro Metias, junto con un Pastor, conformaban la clientela VIP del antiguo bar La Oveja Negra.
Del libro Figapacola en Apuntadores deAntroom
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